jueves, 11 de abril de 2013

La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa)

El nombrecito en latín se las trae. Deriva del griego, y con una traducción casera la primera parte significa "objeto de admiración" y la segunda parte "oruga del pino". También era conocida como la oruga que provocaba picores. Y damos fe que lo sigue haciendo.
Está presente en la mayoría de los pinos (le gustan todos), así como en cedros y abetos. Así que la tenemos también como habitante en los pinares del Valle del Rudrón.
Nadie se acuerda de su forma de insecto madura, especie de mariposa peluda que puede medir desde 25 mm en los machos a los 35 mm de las hembras.
Ciclo natural: las hembras ponen sus huevos al final del verano, alrededor de 150, en los pinos. Las orugas nacidas se darán prisa para formar una envoltura de seda alrededor de las agujas del pino. Y lo que no sabíamos, es que salen cada noche en busca de agujas de pino. Para no perderse en su camino de vuelta, tejen un hilo de seda que les permite unirse a la oruga anterior y lo siguen para volver al nido.
Se conocen "procesiones" de 8 a 9 metros como máximo.
A finales de invierno o comienzos de primavera, las orugas abandonan definitivamente su nido, se enterrarán en el suelo y tejerán un nuevo capullo de seda, del que a finales de verano saldrá una mariposa, que volverá a poner en marcha el ciclo anual.
Grupo de orugas de la procesionaria

Lo que a nosotros nos pone en alerta, es saber, que cuando perciben un peligro, liberan unos pelos urticantes que pueden provocar graves alergias pulmonares y cutáneas, tanto en el hombre como en los perros.

Sólo podemos confiar para su control en el cuco común y el herrerillo. Y mantenernos alejados de ellas.
Nido de procesionaria hecho de seda.

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